sábado, 27 de abril de 2013

El drama del pez medusa

I.

El pez medusa sale. Es pez por las burbujas que suelta. Es medusa por los ovarios que quiere. Es pez-medusa, o medusa-pez, no es lo mismo. O sí. El pez se adhiere a la medusa e imita sus pasos daltónicos que fuman imágenes de bohemios ubicuos. La medusa bebe, brota en víver borracho y alcanza los pasos silentes. El pez es patético.

II.

El pez zarpa a la caza de cuñas y cuñadas amadas; no Edipos, no falos ni estrógenos. Ovula y es asqueroso. Es adrógino, crecen sus pechos en sus escamas, pero aún palpita la sed del opuesto. Abarca y por abarcar se hunde en las astas del barco y se desangra de humo de puro.

III.

El pez medusa transmuta en medusa con ansia, su sombra es maestro de arcano. Y la piedra en su vientre le hunde y su cuerpo de medusa no ayuda: la medusa no existe.

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