"El hilo era el lazo. Parecía mirar, pero no miraba, porque no miraba, ¿a dónde miraba? Miraba a los árboles y a los columpios pero no miraba a quién estaba jugando en ellos, entonces, ¿por qué miraba? El círculo gira y enreda a quienes juegan a la ouija en su tela de araña, le enreda a él, y a ella, y a Él también.
Él insiste porque aún el círculo le persigue en sus pesadillas:
- Quieres creer que es real, pero no lo es.
- Pero lo real soy yo, y tú, tú no existes. Existes para mí y por mí y eso te libra de desprecios; de los que yo sí sufro. Ojalá fuera así si yo no existiera.
Pero odia este caprichoso sufrimiento.
El lazo atraviesa la cueva para conducir al otro lado, para elevar a los pródigos a cárceles celestiales y luego arrojarlos a la lava amarilla. Un guardían custodia el ocaso de éstos, era el que no miraba, el que miraba al vacío. Se disfrazaba de guardián que por las noches y salía a las afueras para amamantar a los prosélitos anhelantes de huir de la cueva"
pues despertó, le rompió los huevos, y encima no se ha quedado satisfecha
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